LA ATALAYA // 29 de septiembre al 5 de octubre // ARTÍCULO DE ESTUDIO 30

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  ¿Puede seguir aprendiendo de las enseñanzas básicas? Saludos mis apreciados hermanos comenzamos con la pregunta del párrafo 1 1. ¿Cómo se sintió usted cuando aprendió la verdad? Cuando aprendí la verdad me sentí transformado por las enseñanzas básicas de la Biblia. Conocer que el nombre de Dios es Jehová fue el primer paso en mi amistad con él. Saber que los muertos no sufren sino que están inconscientes me dio gran alivio. Y aprender que Dios promete convertir la Tierra en un paraíso me quitó las preocupaciones sobre el futuro, Pregunta del párrafo 2 2. ¿Por qué sabemos que incluso los cristianos maduros pueden beneficiarse de las enseñanzas básicas de la Biblia? (2 Pedro 1:12, 13). Pedro escribió a cristianos "bien establecidos en la verdad" y les recordó enseñanzas básicas para fortalecerlos contra falsos maestros. Esto muestra que incluso los cristianos maduros se benefician de repasar las verdades fundamentales para mantenerse fieles a Jehová. Comentario ad...

SEAMOS MEJORES MAESTROS / 22-28 DE SEPTIEMBRE / primera asignacion

 


Empiece conversaciones

PREDICACIÓN INFORMAL. Averigüe qué temas le interesan a la persona y póngase de acuerdo con ella para volver a hablar en otra ocasión

La publicadora estará trabajando en la lección 3 el punto 5 que dice:  Ofrezca su ayuda. Siempre que sea oportuno, ayude a la persona. Una muestra de bondad puede ser la llave que abra la puerta a una buena conversación.

Duración 2 minutos

Circunstancia

La publicadora va de camino a la parada de autobús cuando observa que una señora se siente mal. Con empatía, le ofrece ayuda y eso abre la puerta para una conversación informal sobre una hermosa promesa bíblica. Gracias a la muestra de bondad, surge la oportunidad de descubrir qué temas le interesan a la persona y ponerse de acuerdo para conversar en otra ocasión.

Publicadora (con preocupación y empatía):
 Buenas tardes, ¿se encuentra bien? ¿Le puedo ayudar en algo?

Señora (con voz débil):
 Ay hija, me siento un poco mareada… por eso me detuve aquí.

Publicadora (la toma suavemente del brazo con cuidado):
 Venga, siéntese un momento en esta banca, yo la ayudo. Apóyese en mí con confianza.

Publicadora (atenta):
 ¿Le gustaría que llamara a algún familiar para que venga por usted? Si me da el número, con gusto lo hago.

Señora (con una pequeña sonrisa):
— Muchas gracias, mi amor, pero no se preocupe. Mi hijo me espera a una cuadra, iba en camino cuando me sentí así.

Publicadora (aliviada):
— Qué bueno saber que está cerca. ¿Ya ha visto al médico?

Señora (con resignación):
— Sí, tengo una cita mañana… pero le confieso algo: los médicos no me pueden curar…

Publicadora (con compasión y asombro):
— ¿Y por qué dice eso? ¿Qué tiene?

Señora (con picardía):
— ¡La vejez! (ríe suavemente).

Publicadora (sonríe y ríe con ternura):
— ¡Qué buen sentido del humor tiene! Pues me alegra decirle que Dios ha prometido curar esa “enfermedad”. Mire lo que dice la Biblia.

(Saca su celular y lee.)

Publicadora:
— Job 33:25 dice: “Que su carne se vuelva más fresca que cuando era joven; que él tenga otra vez el vigor de su juventud”.

Señora (sorprendida):
— ¡Qué bonita esperanza tiene la Biblia!

Publicadora (con entusiasmo):
— Así es. Es una promesa de parte de Dios. Él asegura que llegará el momento en que no existan enfermedades ni vejez. Todo eso será parte del pasado.

Señora (sonriendo):
— Qué mensaje tan bonito tiene la Biblia… nunca había escuchado algo así.

Publicadora (con interés):
— Y lo hermoso es que la Biblia no solo habla de estas promesas, también nos da consejos prácticos para llevarnos mejor en la familia, ser mejores personas y aprender de muchos temas de interés. ¿Hay algún tema que le guste en especial?

Señora (reflexiva):
— A mí lo que más me gusta es hablar de esas bonitas esperanzas que nos da la Biblia.

Publicadora (con alegría):
— Me alegra mucho escuchar eso. Si lo desea, podemos ponernos de acuerdo para seguir hablando sobre esas hermosas esperanzas y el futuro tan lindo que Dios promete.

Señora (con alivio y confianza):
— Claro que sí. Ya me siento mejor. Mi hijo está ahí cerca, ¿me acompaña mientras seguimos hablando para ponernos de acuerdo? Le doy mi dirección y mi número de teléfono.

Publicadora (cordialmente):
— ¡Por supuesto! Así nos aseguramos de seguir conversando en otra ocasión.

(Ambas se levantan y caminan despacio, conversando con serenidad y concretando la próxima visita.)

Conclusión breve de la asignación

En esta escenificación, la publicadora aplicó con éxito el punto 5 de la lección 3. Mostró bondad al ayudar a la señora en un momento de necesidad, lo cual abrió la puerta a una conversación informal. Supo averiguar qué temas le interesaban y con amabilidad se puso de acuerdo para una futura visita.


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